Concurrieron Oficiales Generales de la Institución al ex Congreso Nacional, donde se ubicaba el templo.
La mañana del 8 de diciembre, Oficiales Generales del Cuerpo de Bomberos de Santiago (CBS) se dieron cita en los jardines del edificio del ex Congreso Nacional para tributar un sentido homenaje a las más de 2.000 víctimas del incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús, que dio origen al voluntariado bomberil ante tragedias y emergencias de la capital.
En el espacio que hoy ocupa la que fuera sede de Santiago del Poder Legislativo se emplazaba el templo jesuita, que después de la tragedia quedó a disposición de la ciudad para posteriormente erigirse el edificio que hasta 1973 albergó a diario la labor de la Cámara de Diputados y el Senado.
Así, transcurridos 160 años, con un CBS consolidado, sus Oficiales Generales ubicaron una ofrenda floral y formaron ante el monumento que recuerda a las víctimas. Mientras saludaban a la memoria, escucharon con profundo respeto las ocho campanadas del recuerdo, entregadas por dos de las cuatro piezas de bronce que se ubicaban en el templo.
Tras ello, vino un toque de clarín a cargo de un miembro de la Banda Instrumental del CBS, con lo que se selló el homenaje.
El saludo estuvo encabezado por el Comandante de la Institución, Jorge Guevara Ubilla; el Segundo Comandante, Giorgio Tromben Marcone; el Secretario General, Jerónimo Carcelén Pacheco, y el Intendente General, Álvaro Lara Alba.
En la oportunidad, el Comandante del CBS dejó un mensaje sobre lo que la Institución conmemoró: “Hoy, 8 de diciembre de 2023, se cumplen 160 años de la tragedia ocurrida en este mismo lugar, donde estaba la Iglesia de la Compañía, ahora ex Congreso Nacional. Son 160 años en que nacemos con un dolor tremendo donde más de 2.000 personas mueren, mujeres, jóvenes y niños, que nos da la vida como Cuerpo de Bomberos de Santiago. Estamos muy honrados de poder rendir un pequeño homenaje a ese momento tan complicado que tuvo la patria”.
Finalizada la ceremonia, los Oficiales Generales agradecieron al Secretario General de la Cámara de Diputados, Miguel Landeros, por intermedio del Relacionador Público de la corporación, Juan Veglia, por las gestiones que posibilitaron el homenaje.
Entorno
Los ocho tañidos que se escucharon pasadas las 8 de la mañana del 8 de diciembre, provinieron de dos de las campanas que se ubican en los jardines del ex Congreso Nacional, en un zócalo especialmente construido para darle realce al sonido, que después de tres años ha vuelto a sonar para marcar el mediodía en la ciudad.
Dichas piezas de bronce fueron repatriadas desde Gales, Reino Unido, en 2010, junto a otro par de ellas, gracias a gestiones encabezadas por la 14ª Compañía “The British and Commonwealth Fire and Rescue Company”, del CBS.
Las dos campanas que están en los jardines del ex Congreso Nacional se ubican en un memorial especialmente construido, con diseño de copa y con una profundidad de cinco metros, lo que garantiza la claridad de su sonido y se convierte en un gesto de recogimiento que es respetuoso con su entorno, ya que no compite con el edificio y representa solemnidad y misterio.
Datos históricos
El incendio, que en los usos actuales de la lengua puede ser catalogado como una mega tragedia, fue la quinta y última desgracia que asoló el templo entre los siglos XVII y XIX, según cita el libro “El Incendio de la Compañía”, de 1893, del autor Daniel Riquelme.
Las emergencias anteriores fueron las siguientes:
● 13 de mayo de 1647, terremoto que dejó en pie solo los cimientos
● 8 de julio de 1730 terremoto con gran daño estructural.
● 31 de mayo de 1841, incendio.
● 5 de diciembre de 1863, incendio del altar, provocado por las luces allí colocadas.
Para el último día del Mes de María, cuyos ritos se habían celebrado a diario por 30 jornadas, el presbítero que los había impulsado dispuso, para la ceremonia de las 19 horas del 8 de diciembre de 1863, la colocación de los siguientes materiales inflamables donde se congregaban cerca de 3.000 personas: 2.000 lámparas de aceite y 7.000 luces de parafina.
Las crónicas de la época, de acuerdo con datos judiciales, dan como hora aproximada del inicio del incendio las 18:45. Y según Ismael Valdés Vergara en su libro “El Cuerpo de Bomberos de Santiago: 1863-1900”, escrito con ortografía de la época “el fuego tuvo orijen en el altar mayor, por haberse comunicado de una media luna que contenía luces de parafina á algunos adornos de gasa y de flores que allí habían, y de éstos á un cuadro de lienzo que lo transmitió hasta el techo”.
En la tragedia, según la historiadora Sol Serrano, citada por el diario La Tercera del 21 de abril de 2019, fallecieron en la tragedia una de cada 27 mujeres de Santiago.
La mayoría de las adultas fallecidas vestía trajes consistentes en amplias faldas de crinolina sobre miriñaques o estructuras de alambre que daban un gran volumen a las ropas, un conjunto de materiales altamente inflamables y que dificultaba los movimientos de quienes los usaban.
Origen en el dolor
Como antecedente al final de esta crónica, se debe tener presente que no había bomberos ni bombas, solo tres bombines de agua, cuyo estado no era adecuado.
La comunidad, estremecida por la tragedia, reaccionó no solo culpando las prácticas eclesiásticas y cobrando revancha política para cambios sociales como separar la Iglesia y el Estado, sino que hizo que el joven comerciante José Luis Claro Cruz, quien trabajó con denuedo, pasión y dolor en el rescate de víctimas, publicara el 10 y 11 de diciembre en el vespertino La Voz de Chile y el diario El Ferrocarril, respectivamente, llamados a formar un cuerpo de bomberos, iniciativa que dio frutos el 20 de diciembre de 1863 con la creación del Cuerpo de Bomberos de Santiago.