Voluntario Honorario y Fundador de la 14th «The British and Commonwealth Fire and Rescue Company J.A.S. Jackson».
A 45 años de la muerte en Acto del Servicio del Cuarto Comandante del Cuerpo de Bomberos de Santiago (CBS), se pone en valor la publicación del N° 8 de la revista técnica e informativa «1863», con un relato del periodista, redactor y editor, Voluntario Honorario de la 14ª Compañía Antonio Márquez Allison (Q.E.P.D.).
Hay que destacar que el rescate del texto fue obra del ahora Secretario de la 9ª Compañía «Bomba Yungay», Daniel Raposo Zúñiga, cuando era Voluntario Activo:
Felipe Dawes Martindale, un bombero de techo
– Central a 4, Central a 4….
La voz angustiada de la operadora de servicio de la Central de Alarmas despertó una súbita inquietud entre todos los bomberos que escucharon su llamado a través de los equipos de radio portátiles.
Escasos minutos antes, esa misma Central había dado la alarma de incendio en calle La Obra y Carrión, recibiéndose el “conforme” de los Comandantes que se dirigían al siniestro. Felipe Dawes, 4° Comandante de la institución, había tomado el transporte de la Comandancia (J-1), pero el destino quiso llevarlo a la eternidad.
En las esquinas de Gamero y Carrión impactó violentamente con otra máquina del Cuerpo que también se dirigía al incendio. Las sirenas del J-1 y del carro cisterna Z-2 de la 2° Compañía se acoplaron, haciendo imposible cualquier maniobra salvadora por parte de los conductores. La voz desagarrada del conductor del Z-2 anunció la desgracia a través de los equipos de radio.
– Central a 4… Central a 4…
El 4° no podía contestar. Como un muñeco abandonado, su macizo cuerpo yacía sobre el pavimento. Mientras las bombas, mecánicas y portaescalas se dirigían al incendio, los vehículos que transportaban a los comandantes fueron llegando hasta el lugar de la tragedia.
Allí pudieron ver el carro de transporte de la comandancia, que con su cabina prácticamente deshecha, había quedado sobre un grifo reventado. A pocos metros, el Cuerpo del Comandante Dawes. En la otra vereda, el Z-2 había detenido su loca marcha. Restos de los carros se veían esparcidos por todas partes.
La gravedad de las lesiones sufridas por el Comandante Dawes, obligaron a internarle de extrema urgencia en la Posta del Hospital José Joaquín Aguirre, donde un eminente grupo de especialistas hacia desesperados esfuerzos por conservarle la vida. La agonía de Felipe Dawes se prolongó hasta las 13:20 horas En ese instante, pasó a engrosar las filas de los bomberos mártires.
Sus últimas horas
El día miércoles 23 de enero de 1980 había comenzado como todos los días en la vida de Martín Dawes Martindale. Luego de despedirse de su esposa Marcia y de sus tres pequeños hijos, llegó hasta su oficina en la empresa británica Industrias Atlantis S.A., en la cual se desempeñaba como Gerente de Finanzas. Posteriormente se dirigió hasta el Cuartel General del Cuerpo de Bomberos, donde se reunió con el 2° Comandante para analizar algunos asuntos propios del servicio y luego, tripulando el transporte de Comandancia J-1 llegó hasta el taller de la institución para revisar el estado del Material Mayor que se encontraba allí en proceso de reparaciones. En ese lugar se encontraba cuando la Central despachó a la 2ª, 4ª y 8ª Compañías hacía las calles Carrión y La Obra, como Llamado de Comandancia. Cinco minutos más tarde, las máquinas daban la alarma de incendio. De inmediato, el 4° Comandante tripuló el J-1, junto con su conductor Fernando Galdámez. Al llegar a la intersección de Carrión con Gamero, apareció la sólida estructura del carro cisterna de la 2ª Compañía. El choque fue violentísimo, estrellándose el transporte con un costado del carro cisterna. El comandante fue arrojado sobre la cuneta, mientras el transporte continuaba su loca carrera con su conductor atrapado entre los fierros retorcidos de la cabina. Eran las 10:08 de la mañana.
Los funerales del Mártir
Conocida la trágica muerte del comandante Dawes, el Directorio de la institución se reunió a primeras horas de la tarde en una sesión plena de dolor y consternación. Discursos anegados de pena rindieron un homenaje de afecto y recuerdo al gran amigo y bombero
Esa misma tarde, los restos del Comandante mártir fueron trasladados por las compañías vestidas con sus negros uniformes de trabajos, avanzando desde el Instituto Médico Legal hasta llegar, horas más tarde, hasta el cuartel de la 14ª Compañía, en los Leones y Bilbao, a cuyas filas había pertenecido el nuevo mártir del Cuerpo. Sus compañeros de fila velaron esa noche y el día siguiente sus restos. A las 18:45 horas del jueves 24 partía la solemne columna llevando al Comandante mártir hasta el Cuartel General. Especialmente emocionante fue el paso de la Compañía doliente, que con su estandarte enlutado, guiados por el triste son de una gaita escocesa y el profundo tañir de la “Paila”, avanzó por medio de una calle de antorchas y uniformes de parada de las demás compañías. Antorchas en las manos y lágrimas en la mirada despedían al Comandante.
La Carroza se detuvo frente a las puertas del Cuartel General, y los Oficiales Generales y el Ministro Subrogante del Interior, amigo personal del fallecido Comandante, subieron sus restos hasta el Salón del Directorio, lugar en que una guardia de honor integrada por los Comandantes del área metropolitana acompañó a Felipe Dawes. Mientras una interminable fila de oficiales y voluntarios de todas las compañías del Cuerpo de Bomberos de Santiago, le rendían su último homenaje.
Al día siguiente, cada compañía integró guardias de honor hasta el momento en que se inició la misa de responso, oficiada por el Monseñor Francisco de Borja, Obispo de Los Andes y estrechamente relacionado con la familia. A las 18:30 horas, la urna fue respetuosamente bajada para ser colocada en la carroza fúnebre, iniciando su último camino hacia el Cementerio Metropolitano.
Una imponente columna, integrada por delegaciones de más de veinte Cuerpos de Bomberos y encabezada por el Orfeón de Carabineros, avanzó por la triste ciudad que despedía a su Comandante muerto en acto del servicio. Todos los cuerpos del área metropolitana, más delegaciones de Valparaíso, Viña del Mar, San Antonio, Concepción y Talcahuano, llevaron hasta el camposanto al Comandante. Cabe destacar que estas últimas instituciones viajaron más de 600 kilómetros para estar presentes en este último homenaje.
Al pasar por la Pérgola de las Flores, un manto de pétalos de rosas cubrió el féretro en una de las más tradicionales y sentidas manifestaciones de dolor popular. Ya en la plazoleta del Cementerio General, se inició la ceremonia ante una imponente masa de sobre dos mil bomberos y delegaciones de los institutos armados. Una a una, las bombas fueron despidiéndose con su triste ulular de quien fuera su 4° Comandante. Despidieron sus restos el Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago, Gonzalo Figueroa, a nombre de la institución; el Secretario General del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, José Velasco, a nombre de los Cuerpos de Bomberos del país; el Comandante de Bomberos de San Miguel, Arcadio Vergara, en representación del Consejo de Comandantes del área metropolitana; el Alcalde subrogante de Providencia, Armando Valdivieso, comuna en la que prestaba servicios la 14ª Compañía y, finalmente, el Director de su Compañía, John Yeomans, quién con profunda emoción despidió no solo al voluntario sino a quien fuera en vida su cuñado y gran amigo.
Luego al triste sonido de la gaita, el Directorio, la familia y la compañía doliente marcharon hasta el mausoleo del Cuerpo donde depositaron los restos del Comandante Dawes. Al salir nuevamente a la plazoleta, el Directorio, la viuda y sus tres hijos y la compañía doliente, recibieron el homenaje de los camaradas de ideal de quien fuera en vida un gran bombero, mejor ciudadano y amigo.
Estas palabras dichas con dolor en el Cementerio sirvan de eterno recuerdo a su memoria:
“El ejemplo de Felipe Dawes ha sido la muerte convertida en vida, el sacrificio transformado en esperanza. Todo voluntario que entre a la 14ª Compañía, deberá ver en nuestro 4° Comandante, digno ejemplo de servicio y esmerarse en reproducirlo en sus propias vidas. Así revivirá permanentemente para que la muerte se convierta en vida”.